Seguramente hayas oído hablar o visto en redes últimamente el término “bandera roja”. Aparte de indicar que no te puedes bañar en la playa, en redes se usan para señalar situaciones desagradables, de mal gusto o comportamientos inadecuados que no deberíamos tolerar de otras personas para con nosotros.
En fisioterapia, a la hora de hacer una valoración, contamos también con banderas de distintos colores (rojas, naranjas, amarillas, azules, negras y rosas) para establecer el pronóstico y/o evolución del tratamiento, así como para saber cuándo tenemos que derivar a un paciente a otro especialista. En este caso, las banderas rojas significan: “Stop! Hands off (¡Para! ¡Manos fuera!)” y son aquellos detalles que el paciente nos cuenta en la valoración inicial o durante el tratamiento que llevan al fisioterapeuta a sospechar de una patología grave y derivar al médico de cabecera o especialista lo más pronto posible.
Sin embargo, el término bandera rosa tiene un significado más optimista, fue propuesto por un fisioterapeuta inglés, Louis Gifford, y hace referencia a aquellas actitudes, creencias y comportamientos positivos de la persona que pronostican un buen resultado del tratamiento. También las denomina banderas positivas. Son las que promueven la curación, recuperación y disminución o cese del dolor.
Ejemplo de actitudes y creencias positivas:
– Niveles bajos de miedo o preocupación por el dolor.
– Tener seguridad y continuar yendo a trabajar y/o realizar tus actividades habituales ayudaran a la recuperación.
– Confiar que seguir activo te llevará, con el tiempo, a una pronta recuperación siendo consciente de que también pueden ocurrir recaídas o pequeños pasos atrás.
– Creer que te vas a poner bien y que volverás a realizar todas las actividades que hacías previamente.
– Saber que puedes manejar y controlar tu dolor.
– Involucrarte en tu propia recuperación de forma activa y no ser dependiente de medicación o terapias pasivas. Al final, nuestra propia biología hará el trabajo mucho mejor. No existen soluciones mágicas.
– Ser consciente que dolor no significa daño.
Ejemplo de comportamientos positivos que predicen un buen resultado del tratamiento.
– Estar activo y evitar periodos largos de descanso e inmovilidad.
– Intentar seguir haciendo tu vida normal, aceptando que puede que tengas que modificar, adaptar o bajar el ritmo en algunas actividades. Por ejemplo, llevar una bolsa de la compra en vez de dos, usar más bolsas, etc.
– Cumplir con los ejercicios y su ritmo, evitando forzar demasiado o ir demasiado rápido.
– Aceptar cierto nivel de dolor y continuar en la medida de lo posible. Usar estrategias para mantenerlo en un nivel aceptable y funcional. No hablar ni pensar en el dolor todo el tiempo y mantenerse relajado.
– Seguir adelante sin ser muy dependiente de ayudas externas, aunque pueden ser recomendables por periodos cortos de tiempo si esto permite que puedas seguir activo.
– Intentar mantener unos hábitos adecuados de descanso, mantenerse relajado si nos despertamos con dolor y usar estrategias activas de afrontamiento del dolor.
– Mantener una dieta balanceada y evitar hábitos tóxicos como el alcohol o tabaco.
– Buscar ayuda que no consista en insistir en un tratamiento regular, sino que te ayude a gestionarte por ti mismo.
– Mantener movimientos relajados y funcionales.
– Buscar consuelo y guía, no curación. Evitar aquellas terapias que no encuentran una explicación y que te recomiendan dejar de hacer tu vida normal o resignarte al dolor, las que te generen dependencia de un tratamiento regular o de mantenimiento o que te hagan creer que alguna parte de tu cuerpo está mal de alguna manera (“es que tienes escoliosis, hiperlordosis, una pierna más larga, etc.)